Tenía ganas de escribir sobre "O Ecoespazo do Rexo", e igual es algo largo para un post, y es que mi curiosidad por la educación artística se vió materializada en mi colaboración con la obra realizada por Agustín Ibarrola en Allariz (Ourense), a través de la coordinación del proyecto educativo del Centro de Educación Ambiental O Rexo.
Valoro la dimensión de la obra, al mismo tiempo que siento lástima de que no se conserve en mejor estado, considerando que los objetivos educativos deben trascender a la alusión de la naturaleza efímera de la misma para defender su degradación.
Esta obra fue realizada en conjunto con los miembros del taller de divulgación Renovart, y alumnos de diferentes facultades de Bellas Artes españolas, a lo largo del año 1999. La exposición es una síntesis del trabajo de los anteriores diez años y en ella se unen las propuestas que se plasmaron en el bosque pintado de Oma (1983-1991).
En la obra de O Rexo, el artista trabajó y se documentó para conseguir al máximo el respeto al medio ambiente y a la historia y tradición gallegas, pero para entender la obra de Agustín Ibarrola, se debiera conocer tanto su biografía como su recorrido como artista. Cabe destacar que perteneció al Equipo 57, en el que desde él sin duda aprendería a interactuar con el espacio, y en esta época también recogería su geometría por el no lineal, así como los colores, como representación de la mezcla de la sociedad entre las lenguas, costumbres, autonomías, clases y la política.
Tres elementos son los principales en la obra: piedras, árboles y colores.
Foto de V. Barro |
En toda la obra del “O Ecoespazo” el tiempo alude a un tiempo cósmico propio de las estructuras circulares prehistóricas, conectando por tanto con las raíces celtas propias de la cultura gallega. Y así aparecen los bucles, las espirales, propios de los tiempos cíclicos que contrastan con el histórico tiempo vectorial de Euclides, puesto que en el cíclico las fronteras entre pasado, presente y futuro se desdibujan para pasar a horizontes temporales más complejos. Los laberintos son arquetipos usados, para expresar el miedo a perderse en un espacio atemporal y pluridimensional.
También en la obra de “O Ecoespazo” nos encontramos con conjuntos de piedras que recuerdan la Cromlech, destacando la visión cósmica en la que el tiempo está marcado por el transcurso del rey astro, el Sol, y es el amanecer y anochecer, así como solsticios de verano e invierno los que marcan los tiempos. “O Ecoespazo” pretende llevarnos a tiempos pasados, fundiéndose por tanto con el presente del observador. Mantener una conexión con la prehistoria es una manera de contradecir a lo que se entiende por civilización, en la que se presupone que el futuro que está por venir será mejor, una mirada crítica al presente, sobre el concepto de cultura y desarrollo.
Foto de V. Barro |
Existe por tanto, un bosque diferente para cada uno de los visitantes. Esta mirada de nosotros mismos como interrogadores, como creadores de sentido, como personas implicadas en la construcción y reconstrucción de realidades junto a las personas que nos rodean, nos da la noción de que la realidad son múltiples perspectivas y que la construcción de la misma nunca es completa. Así la pluralidad fruto de la fuente de la libertad humana, se sitúa como la condición de la acción humana por excelencia, pues todos somos de tal forma que nadie es nunca igual a ninguna otra persona que existió o viva. Así se plasma el símbolo por excelencia para hablar del cambio, la mariposa. Es la metamorfosis de la misma, donde nos encontramos la filosofía de Heráclito y del fluir contínuo: "No es posible descender dos veces al incluso río, tocar dos veces una substancia mortal en el incluso estado, sino que el ímpetu y la velocidad de los cambios dispersa y nuevamente reune, y viene y desaparece". Una llamada al cambio, a la acción del presente, abriendo la posibilidad de configurar el futuro que está por venir.
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