Este post va por el Día del Medio Ambiente que este año se ha dedicado a la Economía Verde, bajo el lema "Economía Verde ¿Te incluye a ti?", por lo que me propongo escribir esta entrada sobre la necesidad de promover competencias necesarias para contribuir al desarrollo de la economía real, verde e inclusiva, lo que sin duda ayudará a crear una economía real frente a la especulativa, contribuyendo al debate público sobre las diferentes salidas de la crisis e investigando las posibilidades de generación de empleo verde, demandas de la próxima Conferencia de Rio+20.
Se habla del fin de la sociedad de consumo, en favor de una sociedad de las 4's, sociedad en la que las decisiones de los consumidores incorporan consideraciones sociales y colectivas, y en la que las decisiones individuales de consumo se tomaran teniendo en cuenta su repercusión social. Por tanto, son muchas las empresas que están apostando por nuevos productos sostenibles, y la razón de ello, lejos de ser el ahorro, la eficiencia o la normativa legal, es el crecimiento en el negocio ya que contribuye a la aparición de productos más atractivos y a estrategias de precios que abran la puerta a nuevos mercados. Se visualiza por tanto un mapa en dónde los países cobran diferentes colores (rojo, azul y amarillo) en función de su modelo de consumo, según apunta un estudio de ESADE publicado este mismo año. El mundo de los países emergentes (amarillo), en crisis como España (rojo) y postcrisis como Alemania o Suecia (azul), en estos últimos es donde se hallan sociedades más sostenibles, seguras y solidarias, en donde aparecen las nuevas oportunidades para empresas: productos y servicios más sostenibles y saludables; modelos de negocio basados en compartir.
Amarillo, rojo y azul (Kandinsky) |
Sin embargo, estos productos siguen siendo más caros que los tradicionales, debido en parte porque no se mide el ahorro energético en muchos casos, se hacen a pequeña escala, personalizados o adaptados, con baja producción y por tanto encareciendo su precio final, por lo que se recomienda en este caso conseguir niveles más altos de productividad, disciplina operativa y optimización de costes, para que esto no suceda, y que estos productos sostenibles puedan estar al alcance de cualquiera que opte por ellos.
Por otra parte, y como decía al comienzo de esta entrada, se hace necesario una adquisición de competencias para promover la transformación hacia este nuevo modelo que se propone, pasar por tanto de un modelo de consumo actual en color rojo al azul, que sería el deseable. Pero el gasto en formación se sitúa actualmente en niveles de hace 10 años, cuando el 75% de la plantilla recibía formación durante el 1,3% del tiempo de trabajo anual. La formación permanente sigue perdiendo peso, y en 2012, el presupuesto podría caer entre un 20% y un 30% más. Es la crisis la que está castigando una partida que se juzga vital para un cambio de modelo productivo que ayude al crecimiento.
Pero además de todo esto, que los recursos que se dedican a la formación continua sirvan para tener una población laboral más cualificada y, por tanto, más empleable, está en tela de juicio, ya que los indicadores de la Fundación Tripartita no lo demuestran, sí miden la “gran” satisfacción de los empleados, pero no la adecuación a su puesto de trabajo, por lo tanto alguna de las propuestas que se sugiere es que para mejorar nuestro sistema productivo a corto plazo se debe impulsar la formación continua de cada empleado, para que ese aprendizaje se adecue a su puesto de trabajo y gane competencias, lo que le permitirá mejorar sus resultados rápidamente.
Se hace necesaria la capacitación en materia medioambiental para una economía verde que augura empleabilidad, proponiendo por tanto el paso de la adquisición de competencias, a ejercerlas dentro de la empresa.
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